Lisa, que vive en las afueras de París, pasa el verano con el grupo de amigos del barrio, que son todo chicos y le dejan a veces de lado, como cuando juegan a fútbol.
Lisa conoce a Michael, de 10 años, que se acaba de mudar con sus padres y su hermana pequeña a ese vecindario, y siente que él es distinto. Michael adopta los modos y maneras de actuar y comportarse de los chicos del grupo, que le aceptan como uno más. Y Lisa se enamora de él.
La película nos muestra cómo esta sociedad impone y exige que los chicos sean, se comporten y se muestren como chicos, y que las chicas sean, se comporten y se muestren como chicas. Más aún, cómo ha de ser un chico y cómo ha de ser una chica. Nos muestra también cómo la sociedad impone su criterio sobre el sexo de cada sujeto por encima de su propia vivencia de la identidad. Y cómo esta identidad sexuada se va construyendo y se va descubriendo, viviendo este proceso cada sujeto sexuado a su manera, a veces incluso chocando con las expectativas de lo social.
En esta historia, además, podemos ver cómo los niños y las niñas viven también el mundo de las atracciones, de los amores, de los encuentros.