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Hermanas y hermanos

Para las niñas y niños en situación de transexualidad sus hermanos y hermanas pueden ser sus mejores aliados.

También ellas y ellos necesitan nuestro apoyo

Los hermanos y hermanas, cuando los haya, tienen un lugar muy importante en todo esto. Por un lado por el apoyo que van a poder brindar. Por otro, porque también ellas y ellos van a necesitar que se les acompañe. A veces, estos procesos llevan a los padres a no ver más que a la hija o hijo con quien están haciendo el tránsito, y esto les puede llevar a descuidar cuestiones laborales, tareas domésticas, y también, en mayor o menor medida, a los otros hijos.

Va a ser necesario poner consciencia sobre ello y atender las necesidades que vayan a ir expresando las hermanas y hermanos. Cuidarles. Porque lo necesitan y porque, por supuesto, esa es nuestra responsabilidad. Pero es que, además, va a ser muy importante que estén bien, ya que para las niñas y niños en situación de transexualidad sus hermanos y hermanas puede que sean sus mejores aliados.

“Una mañana, arreglándonos para ir al cole, mi hijo volvió a corregir a su hermana diciéndole: ‘No soy una niña, soy un niño’. Ella se giró y delante de él me preguntó ‘Ama, ¡¿qué es: chica o chico?!’ Les miré a los dos, y le pregunté por última vez: ‘¿Tú que eres, chica o chico?’ ‘Ama, yo soy un chico’. Me giré hacia mi hija mayor y le dije: ‘Es un chico’. En voz alta, por primera vez. Ella se quedó pensativa unos segundos y, para mi sorpresa, respondió como con cierto aire de despreocupación ‘Ya… si ya se veía ¿no? Siempre ha sido un chico’ . Él sonrió, feliz y orgulloso, y se fue bailando por el pasillo.”

“Un día, hablando con mi hija mayor, de solo siete años, le pregunté que le parecía todo lo que estaba pasando, que su hermano fuese un niño y no una niña como nos dijeron que debería de ser por tener vulva. No me dejó terminar de preguntarle, me agarró del brazo y me dijo: ‘Ama, yo quiero a Denis, a mí me da igual si es chica o chico, Denis siempre va a ser Denis, y yo a quien quiero es a Denis’. Lloré mucho. Con tan solo siete años lo había entendido mucho antes que yo y que todos los adultos con los que me he encontrado. No tiene ningún prejuicio, igual que todos sus compañeros del colegio, que con cuatro años lo han entendido claramente: es su amigo, el resto no importa.”