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La erótica en adolescentes transexuales

Cuerpos, placeres, atracciones, ligues y amores van a ser de una gran importancia en las vidas adolescentes

La dimensión erótica aflora con toda su fuerza en la adolescencia, y tanto la vivencia del propio cuerpo y de los placeres, como las atracciones, ligues y amores van a ser de una gran importancia en las vidas adolescentes.

Afortunadamente, a día de hoy, las chicas y los chicos adolescentes en situación de transexualidad empiezan a saber que “pueden” no odiar sus genitales o sus rasgos corporales; y que no está mal que sus genitales gusten a otras y otros . Para estas chicas y chicos (como para el resto) el saberse deseado o deseada juega un papel crucial en la auto-aceptación y el amor hacia el propio cuerpo.

Contexto social de negación de la erótica

Si bien estamos avanzando en el reconocimiento de su identidad sexual, a los hombres y mujeres en situación de transexualidad se les ha negado socialmente su dimensión erótica. El ámbito erótico de sus vidas ha quedado relegado como un tabú. La posibilidad de desear y ser deseado o deseada, de establecer relaciones de pareja, de disfrutar con y de los genitales propios (pues se ha asumido un conflicto con ellos por defecto, que se debe solucionar mediante operaciones)… ha permanecido fuera de lo imaginable, fuera de lo posible.

Quienes han sentido atracción por personas en situación de transexualidad han sido cuestionados en su orientación del deseo. Sobre todo los hombres que se relacionan eróticamente con mujeres transexuales a menudo han ocultado y se han avergonzado de éstas relaciones, ya que la sociedad cuestionaba su propia masculinidad.

Vivimos además en una sociedad que impone un patrón para el encuentro de los amantes, estableciendo la cópula como único modelo válido, lo que exige la existencia de un pene penetrador y una vagina penetrable. Una sociedad que considera las prácticas activas como «de hombres» y las prácticas pasivas o receptivas como «de mujeres». Y que asocia algunas prácticas a ciertas orientaciones del deseo (por ejemplo asociando la penetración anal a la homosexualidad masculina).

A día de hoy, las chicas y los chicos adolescentes en situación de transexualidad empiezan a saber que “pueden” no odiar sus genitales o sus rasgos corporales; y que no está mal que sus genitales gusten a otras y otros.

Dificultades a enfrentar

Por todo ello, los adolescentes en situaciones de transexualidad se siguen enfrentando a:

  • Dificultades para encajar en las prácticas eróticas “normativas”.
  • Dificultades al compartir en la intimidad erótica los propios genitales y otras partes de su cuerpo.
  • Cómo abordar un posible rechazo a los genitales por parte de la otra persona.
  • Dificultades en cómo expresar la propia situación de transexualidad en el contexto de un ligoteo con alguien.
  • Situaciones en las que la otra persona advierte sobre lo puntual o experimental o exótico del encuentro (incluso en ocasiones insistencia en pagar dinero por el encuentro).
  • Temor a tener experiencias eróticas negativas, a no tener nunca pareja, a la soledad.

Algunas claves para ir resolviendo dificultades

A parte de que será la propia experiencia personal adquirida con el tiempo la que posibilitará gestionar mejor la propia erótica, he aquí algunas claves que pueden servir para ir resolviendo dificultades:

Cultivar el amor, el cariño y el cuidado hacia el propio cuerpo.

Explorar las modos propios de disfrutar y gozar con el propio cuerpo.

Abrir el abanico de las prácticas eróticas en el encuentro, poniendo en cuestión el modelo de complementariedad genital.

Salir de la jaula que significa la imposición de lo que es “follar”, introduciendo juegos placenteros que no tengan por qué ser penetrativos.

Tener claro que nadie es más o menos hombre o mujer, por tener determinados genitales o por sentir deseo por hombres y mujeres con genitales no esperados.

Dar la vuelta a esas situaciones de rechazo, positivizando la narrativa.

Asumir que, a día de hoy, los rechazos se darán. Y dar la vuelta a esas situaciones de rechazo, positivizando la narrativa. Plantear, por ejemplo, que quien no me quiere por ser yo como soy, seguramente no merece que yo le quiera. Transformando la amenaza en oportunidad de filtrar mejor con quienes nos vamos a relacionar eróticamente, desterrando a quienes verdaderamente no nos va a interesar querer. Por otra parte, plantear diferentes “por qués de esos rechazos, pues no todos tienen la misma respuesta