Olson et al. en un estudio de 2016 cuya muestra son 73 niñas y niños de entre 3 y 12 años que han hecho el tránsito, encuentran que estas niñas y niños tienen niveles normativos de depresión y niveles de ansiedad sólo un poco más altos que la media; y que tienen índices de psicopatologías internalizadas notablemente más bajos que los que arrojan otros estudios con menores con disforia de género que no han hecho el tránsito. Es decir, que los menores transexuales que han realizado el tránsito tienen indicadores de calidad de vida similares a la media, y mucho mejores que los de aquellos que no han hecho el tránsito.
Esta investigación, por supuesto, corrobora lo que las familias que han decidido acompañar a sus hijos están observando: niñas y niños que antes estaban tristes y sufrían y que una vez aceptada su identidad, sonríen, juegan, crecen…